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Zarzamora de arrabal

Ruin y dulce zarzamora, era el fruto de la estación. besándose voladoras diferente era su blasón. Un caballo desbocado bajo el calor sofocador, yo lo había sujetado, frenando presta su vigor. La temporada   no espera, tampoco lo voy a hacer yo. Disfrutemos mientras pueda, aquel viejo y blando colchón. Ruin y dulce zarzamora, ¡veíanos tras el cristal! Del fruto fui birladora, en extramuros de arrabal. Como todo en esta vida, las cosas deben de acabar. Las raíces se marchitan, el amor llega a su final. Sí duele la despedida, de ese jamelgo tan vivaz. Y más la de la partida, de ese verano sin final. Ruin y dulce zarzamora, mustia con la nueva estación. Me abandonas   sin demora, nunca olvidaré tu sabor. #pasionesdeverano

El último verano

Nunca me ha gustado escribir. Tampoco me gusta el fútbol, y sin embargo, aquí estoy. Mi hermano pequeño se llama Daniel. Es el único rubio de la familia, y no hablaba demasiado. Era arisco e introvertido, y siempre lo podías encontrar jugando con un balón en el patio trasero de mi casa. Le fascinaba. Chutaba la pelota, la recogía y le daba toques en el aire como todo un profesional. Era lo único que parecía interesarle, ya que tampoco era muy aplicado en la escuela. Toda la familia intentó acercarse a él de una forma u otra, pero nadie lo logró. Era como si una burbuja le aislara del mundo, y para mis padres fue algo casi traumático. Quisimos pensar que era algo de la edad, que no todos los niños pequeños se desarrollaban de igual manera, pero su comportamiento fue empeorando con el tiempo. En 2006 mis padres contrataron a un profesional como último recurso. Se llamaba Fernando García, aunque todos nos referíamos a él como doctor García. Era un hombre delgado y esbelto, joven